octubre 28, 2008

"Caracas es una anticiudad"



"Si tuviera la oportunidad de transformar a Caracas empezaría por derribar las autopistas"


Oriol Bohigas, arquitecto y urbanista español

Su primera visita a Caracas la hizo en la década de los 70. Y después de mucho tiempo sin pisar esta tierra, el español Oriol Bohigas regresa para compartir durante la Conferencia Anual de la Fundación para la Cultura Urbana, a realizarse mañana en el IESA, su experiencia como artífice de la gran renovación urbana que vivió la ciudad de Barcelona (España) en la época de los Juegos Olímpicos de 1992.

Aunque asegura que no puede juzgar los cambios de Caracas porque no los conoce con suficiente detalle, Bohigas afirma que se va con la impresión de que sigue teniendo los mismos problemas de hace 30 años. Y cree que a la capital le va a costar mucho convertirse en una ciudad real, mientras siga creciendo en función de las vías.

- ¿Qué impresión le dio la ciudad en este último viaje?

-Me da la impresión que la situación general de la ciudad no ha sufrido grandes cambios. Tiene los mismos problemas que ya se declaraban hace bastantes años, que básicamente son tres: uno, la falta de viviendas asequibles y económicas, lo que ha promovido lo que ustedes llaman barrios. El segundo tema es el transporte público. Caracas tiene una situación de embotellamiento de coches que una ciudad no puede soportar. Y tercero, hay un aspecto que puede parecer poco importante pero que a mí me parece fundamental, que es lo que podemos llamar la identidad de ciudad.

-Y desde el punto de vista arquitectónico, ¿cómo percibió a Caracas?

-Caracas es una anticiudad. Es una de las ciudades donde vemos más claramente que cuando no se cumplen unas determinadas condiciones, no se puede llamar realmente ciudad, sino conglomerado residencial, dormitorio colectivo. Y es que el concepto de ciudad es un concepto histórico tradicional que creo que es muy difícil aplicarlo a estas ciudades que han abandonado el proyecto del espacio público como base para la composición de la ciudad.

-Si tuviera oportunidad de transformar Caracas, tal como lo hizo en Barcelona, ¿por dónde empezaría?

-Por derribar autopistas. La primera obra que hicimos en Barcelona cuando nos hicimos cargo fue derribar dos autopistas que estaban juntas. No nos detuvimos en eso. Y ello funcionó muy bien. Una planta que estaba llena de elevados, de pasos y de obstrucciones visuales la convertimos en una plaza. Yo creo que la sola presencia excesiva, abundante y abusiva de autopistas es lo que evita el carácter de urbe civilizada.

-¿Cómo podría convencerse a unas autoridades que durante más de 50 años han tenido la percepción de que el crecimiento de la ciudad va acompañado de la construcción de grandes obras viales?

-Es muy difícil. Caracas es una de las ciudades más difíciles de convertir de nuevo en ciudad, entre todas las de América Latina. Pero decir que es difícil no significa que es imposible. Hay que hacer un esfuerzo muy fuerte y que sólo lo pueden hacer los políticos. Es una visión política de la ciudad y la tienen que llevar quienes manden.

-A diferencia de Barcelona, Caracas se modernizó destruyendo parte de su pasado. ¿Qué implicaciones podría tener esto para su futuro?

-Una ciudad sin historia es menos ciudad que una ciudad con historia. Por tanto, el pasado hay que respetarlo, hay que tenerlo presente en sus monumentos y en sus características ambientales. No se trata de destruir la historia, sino de destruir aquello que la ha falseado. Alguien podría decir que las autopistas ya son historia y que, por tanto, conviene conservarlas. Creo que cuando existen esas cosas tan antiurbanas no hay que respetarlas, sino que hay que intentar superarlas. Sé que estoy hablando de una utopía, porque nadie es capaz de afrontar el derribo de una autopista. Y menos en un país donde la gasolina es más barata que el agua.

Mirelis Morales Tovar
EL UNIVERSAL

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