abril 22, 2014

Leyenda de una demencia


Cuenta la leyenda que una mañana fría de invierno llegaron dos gaviotas a la orilla del mar, una marrón que provenía del sur y otra azul proveniente de algún lugar del norte, de cuyos nombres nunca podré acordarme. 

La primera buscaba un espacio de paz después de la tormenta, se sentía sola y sus cicatrices mostraban cierta sospecha de fragilidad. La segunda huía de desamores y sueños rotos, deseando y prometiéndose a sí misma que nunca más volvería a sentir, o por lo menos por un buen tiempo, mientras que hacía algo productivo y se reencontraba consigo misma.

Los días fueron pasando, y cada vez que ambas coincidían en el espacio y tiempo no podían creer lo mucho que se parecían sus alas, pese a sus diferencias esenciales. El alma de una de ellas dibujaba sus marcas entre la claridad de sus ojos, sabia qué quería; por el contrario el alma de la otra no era tan claro, prefería callar antes de traicionar sus propias promesas.

Cercano a la primavera ambas empezaron a observar como el cielo mostraba un deslumbrante show de colores y cayeron sin querer en el juego de la diosa Luna. Una de las gaviotas le pidió que alguien igual a ella la hiciera sentir especial, mientras la otra le pidió más frialdad.

Siguieron transcurriendo los días y una de las gaviotas al sentir tanta indiferencia y vacío de su compañera (pese a sus cantos y miradas que decían lo contrario), volvió a alzar plegarias a la luna y al sol pidiéndole que la alejara de ese lugar que había despertado en ella esa tormenta adolescente de sentimientos encontrados a merced de algún niño sin corazón.

Fue entonces cuando en el último momento el deseo de la gaviota marrón fue concedido y se despidió de la otra con la misma indiferencia con que la había tratado siempre, como puente hacia otras cosas y como un segundo plato después de que el primero hubiese sido rechazado. Y así la historia terminó en paz, cada una con sus objetivos cumplidos y ceñidas en el eterno invierno en donde decidieron estar.

No obstante en un universo paralelo ubicado en el destello cincuenta y siete entre la luna y el sol, estas dos gaviotas perdidas en una playa al atardecer, al observar que sus alas eran tan parecidas olvidaron todos sus miedos, apartaron sus promesas y se dejaron llevar... 

Hoy duermen juntas entre sonrisas y amaneceres en algún lugar de nuestra imaginación, recordándonos que al permanecer inertes se forjan las cadenas de pasar el resto de la vida en el universo de la demencia...






  

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